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Los sanjuaninos que violan la cuarentena y desprecian la vida
Ya hubo más de 70 casos de gente "rebelde".
POR REDACCIÓN
“Tener poca estima por algo o alguien”. Ese el significado de la palabra despreciar, algo muy común de ver en estos días en el mundo entero.
Aquí en San Juan quienes se convirtieron en símbolos de esa acción son las más de 70 personas que hasta ahora violaron voluntariamente la cuarentena total dispuesta por el gobierno nacional para combatir el coronavirus. Y así dejaron en claro que no les importa su propia vida ni las de los demás, porque saben que pueden contagiarse y ser propagadores.
Los infectólogos no dudan en machacar una y otra vez con que el aislamiento es clave para empezar a bajar la curva de contagio del Covid-19 y así controlar la pandemia que ya se instaló en cerca de 185 países y causó más de 17.200 decesos. También ciudadanos italianos, españoles, chinos, coreanos y estadounidenses, que padecieron ya más muertos, hablan por los medios y las redes sociales para advertir a las comunidades del hemisferio sur que deben acatar las medidas oficiales y que no tienen que salir de sus casas.
Ni todo lo anterior ni las medidas de restricción dispuestas por el presidente Alberto Fernández y el gobernador Sergio Uñac fueron suficientes para los sanjuaninos rebeldes. El caso icónico es el del empresario Andrés Icazati González, que llegó de Cancún y violó la cuarentena que estaba obligado a cumplir.
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El integrante de la familia propietaria del conocido Café América no es el único. Decenas de sanjuaninos ya fueron detenidos por estar “de joda” en la vía pública, sin importarles nada. Igual que la familia que llegó del exterior y se fue a disfrutar a su club, Ausonia, como si nada pasara. La denunciaron otros socios y las fuerzas de seguridad la obligaron a aislarse en su hogar.
El agravante es que frente al coronavirus el desprecio no es sólo por la propia vida. Las redes replican pedidos para que no haya contemplaciones a la hora de las sanciones. Sintetizan la sensación y la impotencia de estar frente al enemigo público número 1: la indiferencia y la falta de estima por el otro.
Sería difícil creer que, en un mundo cada vez más globalizado gracias a la tecnología que lleva y trae información en tiempo real, algún ser socializado no se haya enterado de lo que está pasando. Nadie podría exponer que no sabía cuánta gravedad tiene lo que hizo.
En este escenario no aplica la frase “soy dueño de mi cuerpo y con él hago lo que quiero”. Sencillamente porque en esta cruzada, también, está en juego el cuerpo del otro, el de cientos, miles, millones.
El Covid-19 tiene un poder de contagio 4 veces mayor al de la gripe común y no respetar la cuarentena no solamente pone en peligro al infractor. Todos son potenciales eslabones en la cadena de transmisión de la enfermedad y la irresponsabilidad expone a amigos, vecinos, conocidos.
La falta de estima es de tal magnitud, que a Icazati y compañía no les importaron ni sus propios familiares. Por razones de cercanía y cantidad de contactos con los que violan el aislamiento, se sabe, son los que están más en peligro.
Los especialistas de Salud Pública aseguran que por cada enfermo de coronavirus hay unos 3 contagios. Significa que si los infractores sanjuaninos tuvieran el virus (algo que ellos mismos no saben) podrían haber infectado a más de 200 personas.
Lo peor es que eso se traduciría en muerte. La tasa de letalidad promedio en el mundo por esta pandemia es de 3,4%, lo que significa que perderían la vida 7 de esos potenciales contagiados. Y muchos serían sus seres queridos: gente con la que supuestamente hay afecto. Pero el desprecio pudo más.