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Salud emocional: el impacto oculto en el rendimiento laboral
Experta alerta sobre la creciente crisis de salud emocional en empresas. La represión de sentimientos impacta directamente en la productividad, el liderazgo y los resultados organizacionales.
POR REDACCIÓN
En un panorama laboral cada vez más exigente, emerge una problemática que, aunque fundamental, suele permanecer en las sombras: la salud emocional de los trabajadores. Lo que antes se consideraba un asunto estrictamente personal, hoy se revela como un factor determinante en la productividad, el desempeño del liderazgo y, en última instancia, el éxito de toda organización. La cantidad de personas que se sienten mal anímicamente ha escalado a tal punto que este tema se ha vuelto "urgente".
Este lunes, en el programa "Te lo tengo que decir" transmitido en Huarpe TV (19.2 de TDA), dialogaron con Verónica Dobronich, especialista en Inteligencia Emocional en las empresas argentinas. Durante la entrevista, la profesional expuso una visión crítica y urgente sobre la salud emocional en el ámbito laboral y su impacto directo en la productividad y el liderazgo organizacional.
Dobronich destacó la necesidad de abordar la salud emocional, subrayando que la cantidad de personas que se sienten mal anímicamente ha escalado a tal punto que el tema se ha vuelto "urgente". Según su perspectiva, la represión de las emociones es una problemática cultural arraigada, ya que "no tuvimos la educación de transmitir lo que nos pasa" y aún hoy es "tabú el contar que estoy triste" o que uno no se siente bien. Esta falta de expresión emocional tiene consecuencias directas y graves: "El cuerpo habla, yo no lo escucho, grita", y si no se le presta atención, "me va a frenar de alguna manera", manifestándose incluso en enfermedades físicas. Verónica señaló la paradoja de una empresa que, al ver a alguien con una enfermedad, puede pensar que preferiría "trabajar con alguien sano, que no existe", ignorando esta realidad.
La especialista enfatizó que el estado anímico de un individuo "impacta en lo que hace". Cuando una persona "no está bien anímicamente se nota en lo que hace", lo que se traduce en "desanimo, más errores, su energía es menor". Verónica también hizo hincapié en la "responsabilidad emocional empresaria", argumentando que, si bien todas las organizaciones se preocupan por los resultados, es fundamental comprender que si los colaboradores no están bien, su desempeño se verá afectado negativamente. Aunque muchas empresas "lo piensan", aún "no toman acción" al respecto, minimizando la importancia de este tema crítico
La cultura en la que nos desenvolvemos históricamente ha reprimido la expresión de nuestras emociones más profundas. "No tuvimos la educación de transmitir lo que nos pasa", y sigue siendo "tabú" contar que uno está triste o no se siente bien. Esta represión tiene consecuencias directas y graves, llegando a manifestarse en enfermedades físicas. Cuando las emociones no se expresan, "el cuerpo HABLA, YO NO LO ESCUCHO, GRITA", y si no se le presta atención, "va a frenar de alguna manera". Paradójicamente, la sociedad puede llegar a juzgar a quienes padecen enfermedades, asumiendo que las empresas desearían trabajar con personas siempre "sanas", lo cual es una expectativa irreal.
De la negación al impacto cuantificable
Venimos de una era laboral donde el sacrificio personal era la norma, y uno debía "dejarse a uno en segundo lugar", perdiendo de vista el "disfrute". Sin embargo, esta visión es insostenible. La forma en que un individuo se siente "impacta en lo que hace". Cuando uno "no está bien anímicamente se nota en lo que hace". El desánimo, la aparición de más errores y una menor energía son señales claras de este impacto emocional en el desempeño.
Aunque las empresas "lo piensan", muchas "no toman acción" al respecto, no le ven un sentido de importancia a este tema. No obstante, existe una "responsabilidad emocional empresaria". Si bien a todas las organizaciones les importan los resultados, es crucial comprender que si los colaboradores no están bien, su trabajo se verá afectado negativamente. El impacto emocional en el rendimiento es mayor de lo que se cree.
Hacia un liderazgo consciente y empresas resilientes
La raíz de esta problemática a menudo se encuentra en la crianza y en cómo las personas abordan sus propias circunstancias. Es imperativo trabajar el autoconocimiento desde la individualidad. Pero la solución no recae únicamente en el individuo. Es fundamental formar a los líderes para que adquieran herramientas de autogestión emocional y, a su vez, puedan gestionar las emociones de sus equipos. Si un líder es capaz de autogestionarse, estará mucho mejor preparado para gestionar a los demás.
Las empresas tienen el desafío y la obligación de estar preparadas para acompañar a las personas que atraviesan situaciones de depresión o ansiedad. Es vital "cuidar a quien nos cuida en la organización", reconociendo que el bienestar de los empleados es directamente proporcional al bienestar y los resultados de la compañía. Ignorar esta realidad no solo es negligente, sino que atenta contra la propia sostenibilidad del modelo de negocio. La era del sacrificio ciego debe dar paso a una era de bienestar y conciencia emocional.