En San Juan, el consumo de cocaína como droga de inicio en niños de 12 y 13 años encendió las alarmas. La Iglesia Católica, a través de grupos de contención y redes de asistencia, busca acompañar a las familias y rescatar a los jóvenes de las adicciones, en un contexto que el padre Andrés Rivero describe como “un flagelo comparable a una pandemia”.