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"Invasión" sigue siendo una rara avis del cine argentino de la década del 60
POR REDACCIÓN
10 de octubre de 2019
El paso de medio siglo no parece haberle hecho mella a "Invasión", una joya del cine nacional y particularmente de la entonces menguante Generación del 60 que, elogiada por la crítica e ignorada por el público de su tiempo, se convirtió en filme de culto y análisis desde diversas perspectivas. La sinopsis del mismo Borges asegura que se trata de la leyenda de una ciudad llamada Aquilea, imaginaria o real, asediada por enemigos poderosos y defendida por un puñado de hombres, que pueden no ser héroes, pero lucharán hasta el final, sin sospechar que su puja es infinita Un grupo de invasores pretenden tomar la ciudad y un grupo de resistentes, comandados por un anciano, Don Porfirio, intentan detenerlos: todo es oscuro, misterioso, irreal, imposible de definir y surge la pregunta de quiénes son, de dónde llegan y qué quieren. Es la ópera prima de Hugo Santiago Muchnick, entonces con 28 años, hijo del productor televisivo Pedro Muchnick, creador de ciclos exitosos como "Buenas tardes, mucho gusto", y hermano mayor de quien fue una de sus conductoras, Annamaría Muchnick. Fue la segunda película respaldada por un canal de televisión argentino, Canal 13 (Proartel), la primera, dos meses antes fue "Kuma Ching", de Daniel Tinayre, con Luis Sandrini y Lola Flores, rodada parcialmente en Hong Kong en coproducción con España. Su elenco estuvo encabezado por Lautaro Murúa, Olga Zubarry, y el compositor Juan Carlos Paz, acompañados por Martín Adjemian, Daniel Fernández, Roberto Villanueva, Lito Cruz, Leal Rey, Juan Carlos Galván, Hedy Crilla, Aldo Barbero y Mariángeles Medrano. Como en "El ángel desnudo", un clásico de Carlos Hugo Christensen, dos décadas atrás, Olga Zubarry vuelve a protagonizar un desnudo, nuevamente en blanco y negro, pero como en aquella ocasión, con una doble de cuerpo. Aquilea, o Aquileia, el nombre que se le da aquí a Buenos Aires, fue una de las principales ciudades de Imperio Romano Occidental, invadida por los bárbaros una y otra vez, finalmente destruida, a la que Jorge Luis Borges recurrió con frecuencia en sus obras. Si bien los personajes aparecen todos vestidos con trajes sin época definida y los automóviles son de la década del 60, la acción transcurre en 1957, un año después del levantamiento del General Valle, durante la autoproclamada Revolución Libertadora. El estreno de la película fue el 16 de octubre de 1969, un día antes de la conmemoración del 17 de octubre de 1945 y cinco meses después de la insurrección popular conocida como "Cordobazo". El film fue rodado dos años después de un golpe militar (1966), y secuestrado apenas consumado otro golpe militar (1976), que intervino los canales de TV y, durante una década, inubicable. En 2004 se localizó una copia en 35 mm. que permitió a la Filmoteca de Buenos Aires recuperarlo y relanzarlo al circuito de salas del mundo y una edición en DVD aquí publicada por el Malba. Consultado su director de fotografía, Ricardo Aronovich, asegura que no hubo inspiración alguna en la historieta "El eternauta", de Héctor G. Oesterheld y que esa relación es producto de asociaciones "demasiado libres" Para prestar atención: el uso del sonido de las pisadas (detalle clave en toda la filmografíìa de Santiago), como recurso expresivo, la cuidada fotografía de alto contraste de Ricardo Aronovich Para escuchar: la inquietante "Milonga de Manuel Flores", con letra de Borges y música de Anibal Troilo, cantada-recitada por Roberto Villanueva, doblado en guitarra por Ubaldo de Lío y Roberto Grela "Manuel Flores va a morir, eso es moneda corriente; morir es una costumbre que sabe tener la gente
" sentencian al abrir y cerrar este milonga escrita por Borges especialmente para el film.
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