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Evolución cerebral tras los 70: cómo la lentitud genera sabiduría
La neurocientífica Nazareth Castellanos explica los cambios biológicos normales y cómo adaptarse con éxito tras los 70.
POR REDACCIÓN
A partir de los 70 años, el cerebro experimenta transformaciones biológicas que no deben confundirse con patologías. Según la doctora Nazareth Castellanos, física y neurocientífica española, el envejecimiento es una verdad biológica que permite esculpir una forma de sabiduría que solo el tiempo logra.
Entre los cambios físicos principales, destaca la reducción del volumen cerebral, especialmente en el córtex prefrontal, lo que afecta la planificación y la atención sostenida. Además, el deterioro de la mielina ralentiza la velocidad de procesamiento, haciendo que seguir conversaciones rápidas sea más difícil.
El hipocampo también comienza a trabajar de modo diferente y se vuelve más selectivo; se pueden recordar detalles de hace décadas, mientras que los datos recientes se disuelven con mayor facilidad debido a una menor neurogénesis. Químicamente, disminuye la producción de neurotransmisores fundamentales como la dopamina, vinculada a la motivación y el placer, y la acetilcolina, esencial para la memoria.
Asimismo, la barrera hematoencefálica se vuelve más permeable, dejando al órgano más vulnerable a toxinas e inflamaciones. El sueño también se altera por la menor producción de melatonina, reduciendo las fases de sueño profundo que restauran las células y consolidan la memoria.
Pese a estos fenómenos, la plasticidad cerebral persiste, aunque de forma más lenta y selectiva, requiriendo mayor esfuerzo y paciencia. La pérdida de velocidad se compensa con una mayor profundidad y estabilidad emocional, ya que la amígdala se vuelve menos reactiva y permite observar los sentimientos con distancia compasiva.
Aunque aparezca el fenómeno de la "punta de la lengua" con los nombres propios, el vocabulario suele mantenerse rico y bien preservado. Para mitigar estos efectos, es vital fortalecer la reserva cognitiva acumulada mediante el aprendizaje continuo y mantener hábitos de ejercicio, alimentación saludable y rutinas estructuradas que reduzcan la necesidad de decisiones constantes.