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Política > Ícono de derechos

A los 106 años murió Rosa Roisinblit, líder de la Abuelas de Plaza de Mayo

La líder de Abuelas de Plaza de Mayo dedicó su vida a la búsqueda de nietos desaparecidos y se convirtió en un referente mundial en la defensa de los derechos humanos.

POR REDACCIÓN

Hace 6 horas
Rosa Roisinblit junto a un retrato de su hija Patricia, desaparecida durante la última dictadura. 

Rosa Tarlovsky de Roisinblit, presidenta honoraria de Abuelas de Plaza de Mayo, murió este sábado a los 106 años, dejando un legado central en la búsqueda de hijos y nietos secuestrados durante la última dictadura militar en Argentina. Su nieto Guillermo, nacido en cautiverio y restituido a la familia en 2004, fue uno de los más de 140 nietos localizados gracias al trabajo de Rosa y la organización.

Su hija, Patricia Julia Roisinblit, fue secuestrada embarazada por una patota de la Fuerza Aérea en 1978 junto a su pareja José Pérez Rojo y su hija Mariana Eva. Rosa se integró a Abuelas en 1979 para buscar a su nieto, iniciando una lucha que duraría décadas. “Yo no salí, el día que se llevaron a mi hija, a formar parte de Montoneros, o me convertí en una revolucionaria, no. Yo salí a buscar a mi hija, y eso me llevó todos estos años”, declaró años atrás.

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Nacida el 15 de agosto de 1919 en Moisés Ville, Santa Fe, Rosa se graduó de obstetra en la Universidad Nacional del Litoral y ejerció como partera jefa en Rosario antes de mudarse a Buenos Aires. A lo largo de su vida, recibió múltiples reconocimientos, entre ellos el Doctorado honoris causa de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario y el Premio Anual Azucena Villaflor, por su labor en derechos humanos.

Su nieta Mariana Eva Pérez la despidió en redes sociales: “Para mí sos eterna”. Abuelas de Plaza de Mayo destacó su contribución al avance de los estudios genéticos que permitieron la identificación de niños desaparecidos y su compromiso incansable con la justicia y la memoria.

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Rosa Roisinblit será recordada por su memoria prodigiosa, su pasión por el tenis y el tango, y sobre todo por su inquebrantable dedicación a los derechos humanos y a la restitución de la identidad de los niños desaparecidos durante la dictadura. “Siento que mi compromiso con la vida es para siempre”, dijo en vida, y lo cumplió hasta el último día. 

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