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Qué le ocurre al cuerpo tras dejar el alcohol durante 30 días o más
Abstenerse de alcohol un mes produce mejoras físicas y emocionales significativas, según un estudio que analiza los beneficios de pausas en el consumo.
POR REDACCIÓN
Alejarse del alcohol durante al menos treinta días puede generar cambios profundos tanto en el cuerpo como en la mente, especialmente en sociedades donde su consumo es parte habitual de la vida social y cultural. Recientes investigaciones científicas demuestran que esta pausa voluntaria acarrea beneficios que superan las expectativas comunes.
Una iniciativa reconocida a nivel global, denominada Enero Seco (Dry January), invita a las personas a no beber alcohol durante el mes de enero y así experimentar mejoras progresivas en su bienestar físico y emocional. Cada día sin alcohol contribuye a establecer una relación más consciente con la salud personal.
Una revisión exhaustiva liderada por la doctora Megan Strowger, de la Universidad de Buffalo, junto a la doctora Susan Kelly-Weeder, decana de la Escuela de Enfermería de la Universidad George Washington, recopila evidencias de dieciséis estudios previos sobre personas que completaron un mes sin consumir alcohol. Este análisis confirma que la abstinencia temporal es viable y genera cambios perceptibles en un corto período.
Gran parte de los participantes en estas iniciativas son mujeres jóvenes con educación universitaria y altos ingresos, muchas con un consumo superior a la media. Esto permitió observar mejoras tanto en quienes bebían frecuentemente como en los que lo hacían esporádicamente, consolidando una base sólida para evaluar el impacto de la abstinencia en la salud física, el estado de ánimo y la percepción del alcohol.
Durante el primer mes sin alcohol, los sujetos reportaron un aumento en la energía, mejor concentración y sensación de felicidad. Además, se registraron pérdidas de peso, reducción de la presión arterial y avances en la función hepática, salud vascular y sensibilidad a la insulina. Estos resultados son relevantes para prevenir enfermedades crónicas como la diabetes.
Las autoridades sanitarias, como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), señalan que disminuir o eliminar el alcohol reduce riesgos de enfermedades cardíacas, hepáticas, hipertensión, ictus, trastornos digestivos y ciertos tipos de cáncer.
La calidad del sueño también mejora notablemente, junto con el estado de ánimo y la salud emocional, al atenuarse síntomas de ansiedad y depresión. Estas ventajas no requieren abstinencia completa ni prolongada: cada reducción sostenida aporta beneficios.
Seis meses después, el seguimiento reveló que la mayoría mantuvo un consumo reducido y sufrió menos síntomas relacionados con trastornos del alcohol, como dificultades para controlar la ingesta o cambios emocionales bruscos.
La doctora Strowger destacó que esta pausa fomenta la autorreflexión: “Probablemente, brindó una oportunidad para la autorreflexión”, facilitando decisiones más conscientes sobre el consumo, identificando si responde a presiones sociales, necesidades emocionales o hábitos.
Kelly-Weeder explicó que el alcohol añade calorías extras y reduce inhibiciones, lo que puede llevar a comer en exceso. Por eso, quienes dejan de beber suelen perder peso y mejorar su salud metabólica en poco tiempo.
Respecto al sueño, la especialista advirtió que el alcohol perjudica el descanso profundo al alterar su ciclo. Al eliminarlo, se observa una mejora sustancial en la calidad del sueño, beneficiando la salud mental y física.
El equipo investigador también desmintió la idea de que el alcohol mejora el bienestar emocional. Según Strowger, “el alcohol actúa como depresor del sistema nervioso central” y dejarlo permite que el cerebro se estabilice, favoreciendo un ánimo más estable y claridad mental.
Incluso quienes no lograron abstenerse completamente experimentaron mejoras al reducir su consumo habitual. La investigadora enfatizó que “cualquier reducción en el consumo de alcohol ayuda”, destacando que pequeños cambios semanales contribuyen al bienestar integral.
Los CDC recomiendan sumarse a retos mensuales, alternar con bebidas sin alcohol o establecer días libres para mejorar la salud y evitar la dependencia, controlar el peso, fortalecer el sistema inmunológico y cardiovascular, y elevar la calidad de vida.
Cada paso hacia un consumo menor de alcohol representa una oportunidad para mejorar el bienestar personal y colectivo, demostrando que el verdadero desafío está en la capacidad de cambio y no en la privación misma. Experimentar un mes sin alcohol puede ser la clave para replantear hábitos y transformar la calidad de vida.