Cayó el régimen del dictador Bashar Al Assad en Siria

La caída del régimen de Bashar al-Assad representa el fin de una era de 54 años de control absoluto de la familia Assad sobre Siria. Este domingo, fuentes cercanas a los insurgentes informaron que el presidente sirio abandonó el país tras un sorpresivo avance de los rebeldes que tomaron la capital, Damasco, y otras importantes ciudades como Homs y Alepo. Este cambio político pone un dramático punto final a la lucha de más de 13 años que mantuvo al país en guerra civil desde que comenzaron las protestas contra el gobierno en 2011.

El presidente Assad había mantenido un control sobre la mayor parte del territorio sirio gracias al apoyo militar y diplomático de aliados como Rusia e Irán, pero la reciente ofensiva de las fuerzas opositoras cambió rápidamente el equilibrio. En noviembre de 2024, los grupos rebeldes lanzaron una ofensiva relámpago que sorprendió al régimen, tomando la ciudad de Homs y ganando rápidamente terreno en el sur y centro del país. La caída de Damasco fue el golpe definitivo que condujo a la huida de Assad, dejando tras de sí un país devastado por años de conflicto.

Bashar al-Assad llegó al poder en el año 2000 tras la muerte de su padre, Hafez al-Assad, quien gobernó Siria durante casi tres décadas. En sus primeros años, Assad fue visto por muchos como un posible reformista, dado su perfil técnico como oftalmólogo y su formación en Occidente. Sin embargo, en lugar de abrirse a reformas democráticas, adoptó políticas represivas similares a las de su padre. En 2011, cuando la ola de protestas de la Primavera Árabe llegó a Siria, Assad respondió con brutalidad, utilizando su ejército para aplastar las manifestaciones, lo que desató una guerra civil que devastó al país.

El conflicto en Siria, que ya ha cobrado la vida de más de 400,000 personas, ha desplazado a más de la mitad de la población, con millones de sirios huyendo hacia países vecinos y más allá. A pesar de la intervención de potencias extranjeras y la intervención de grupos como el Estado Islámico (ISIS), Assad consiguió mantener su posición durante años, especialmente con el apoyo de Rusia, que intervino en 2015 con ataques aéreos, y de Irán, que envió combatientes de sus fuerzas y aliados, como Hezbollah.

El derrumbe de Assad marca un cambio crucial en el escenario geopolítico de la región. A pesar de que su régimen había logrado recuperar gran parte del territorio en los últimos años, el creciente debilitamiento de sus aliados y las divisiones internas dentro de Siria han demostrado ser factores decisivos. Los informes sobre su huida del país aún no han sido confirmados de manera oficial, pero la situación política de Siria queda ahora bajo la sombra de una incertidumbre total.

Tras la salida de Assad, el futuro de Siria es incierto. El país enfrenta ahora la necesidad urgente de una transición política que permita reconstruir el estado, devastado por años de guerra. En la escena internacional, las conversaciones sobre un gobierno de transición ya se están llevando a cabo en Ginebra bajo los auspicios de la ONU, pero los desafíos son enormes. Los actores internacionales como Rusia, Turquía, Irán y las naciones árabes estarán llamados a desempeñar un papel crucial en el futuro del país. Mientras tanto, Siria queda con un vacío de poder, un país dividido entre facciones armadas y sin un claro camino hacia la paz.

Lo que es claro es que, con la caída del régimen de Assad, Siria entra en una nueva etapa, marcada por la esperanza de la restauración de la estabilidad, pero también por los peligros de un posible colapso aún mayor debido a las luchas internas y el intervencionismo externo. La comunidad internacional, mientras tanto, continuará vigilando de cerca los desarrollos, con el objetivo de apoyar un proceso de paz que permita a Siria comenzar su reconstrucción después de años de violencia.