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Economía > Sector en alerta

Productores anticipan una fuerte baja en la superficie cultivada de tomate

Agustín Recabarren, referente del sector tomatero, advierte sobre una fuerte reducción en la superficie cultivada para la próxima cosecha. A las dificultades climáticas se suman la baja rentabilidad, el escaso interés de la industria y la creciente importación de pasta de tomate.

10 de junio de 2025
El trasplante de tomate comienza entre fines de agosto y comienzos de septiembre. Foto: archivo DIARIO HUARPE-

El sector tomatero sanjuanino atraviesa uno de los momentos más críticos de los últimos años. A pesar de que la cosecha del primer cuatrimestre de 2025 no estuvo marcada por lluvias intensas, otros factores climatológicos y económicos confluyeron para configurar un escenario adverso que repercutirá directamente en la planificación de la próxima campaña. Agustín Recabarren, reconocido productor y referente del sector, advierte que ya se anticipa una caída significativa en la superficie cultivada para el ciclo que se inicia entre fines de agosto y principios de septiembre.

“Desde el punto de vista productivo, la cosecha de enero a abril tuvo complicaciones por el granizo de diciembre. No fue un año con lluvias intensas, pero ese evento puntual afectó muchas zonas”, explica Recabarren. A eso se sumaron las olas de calor que impactaron directamente en la calidad de los tomates: “Los de la primera etapa fueron normales, pero la calidad de los cultivos del medio y los tardíos fue muy mala. Hubo daños por mosca blanca y una falta de coloración interna. Esos tomates salieron blancos por dentro, algo que reduce su valor comercial”.

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A los factores climáticos se suma el desafío hídrico. “El agua es un problema constante. El recurso ha sido escaso y en varios momentos estuvimos al límite”, agrega. Además, en los cultivos más tardíos aparecieron infecciones bacterianas que afectaron aún más los rendimientos.

Sin embargo, el verdadero golpe al corazón del negocio viene desde el plano comercial. Según Recabarren, la demanda por parte de la industria cayó drásticamente. “La industria siempre ha sido el principal comprador. Pero este año, empresas que solían llevarse el 100% de la producción, cumplieron con lo acordado solo por contrato. El excedente lo pagaron más barato o, directamente, no lo quisieron”.

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El panorama se vuelve más incierto con el avance de las importaciones. “Se está trayendo pasta de tomate del exterior con aranceles reducidos. Siempre hubo algo de importación, pero ahora se ha vuelto más competitiva porque la quita de impuestos hace que el precio de esa pasta importada sea cercano al de producción nacional”, señala el referente. Esto, asegura, ha desplazado aún más al tomate argentino en las preferencias de la industria.

“A esta altura del año ya deberían haberse definido superficies, anticipos, contratos. Pero nada de eso está ocurriendo. La incertidumbre es total. Las industrias están desinteresadas y eso claramente va a provocar una baja en la superficie plantada. No se sabe si será del 20%, 30% o incluso del 50%, pero la caída es inevitable”, alerta en cuanto al atraso de las negociaciones comerciales entre productores e industriales.

El trasplante de tomate comienza entre fines de agosto y comienzos de septiembre, por lo que estas semanas son clave para definir el futuro del sector. Sin contratos cerrados ni certezas sobre los precios, los productores dudan en avanzar con nuevas siembras. 

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