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Depresión y envejecimiento: cómo influye el desgaste celular

Un estudio de investigadores de Harvard sugiere que el desgaste de los telómeros aumenta el riesgo de enfermedades neurológicas como la depresión, pero también muestra que los buenos hábitos pueden tener un efecto protector.

POR REDACCIÓN

13 de junio de 2025
El estrés y la depresión puede ser una de las causas del envejecimiento. (Foto: Archivo)

La ciencia sigue investigando los mecanismos detrás del envejecimiento y los factores que influyen en su ritmo. Un nuevo estudio del Hospital General de Massachusetts, afiliado a la Universidad de Harvard, reveló una fuerte relación entre el acortamiento de los telómeros —estructuras celulares que protegen el ADN— y el riesgo de desarrollar enfermedades cerebrales relacionadas con la edad, como depresión, demencia o accidentes cerebrovasculares (ACV).

El trabajo, publicado en la revista Neurology, señala que el envejecimiento celular acelerado, evidenciado por telómeros más cortos, puede estar influido por factores ambientales y emocionales como el estrés crónico. Sin embargo, también destaca un hallazgo esperanzador: adoptar un estilo de vida saludable podría reducir significativamente ese riesgo, incluso cuando ya existen signos de deterioro biológico.

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Los telómeros funcionan como una especie dede las células. Con el paso del tiempo y la exposición a condiciones como la contaminación, el estrés prolongado, la mala alimentación o el tabaquismo, estas estructuras se van acortando, afectando la capacidad regenerativa celular. En el sistema nervioso, este proceso puede traducirse en una mayor vulnerabilidad a enfermedades neuropsiquiátricas.

El estudio analizó datos de más de 356.000 personas del Biobanco del Reino Unido, con una edad promedio de 56 años. Durante un seguimiento de siete años, se evaluó la longitud de los telómeros y se cruzaron los datos con la herramienta Brain Care Score (BCS), que mide factores como dieta, sueño, actividad física, salud emocional y presión arterial.

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Los resultados mostraron que las personas con telómeros más cortos presentaban una tasa de 5,82 casos de enfermedades neurológicas por cada 1.000 personas-año, frente a 3,92 en quienes tenían telómeros más largos. Aun considerando variables como edad, hipertensión y tabaquismo, el riesgo seguía siendo un 11% mayor.

Pero el dato más alentador fue que aquellas personas con telómeros cortos que llevaban una vida saludable no mostraron ese aumento en el riesgo. “Incluso con signos de envejecimiento celular, es posible proteger el cerebro si cuidamos nuestros hábitos diarios”, explicó el neurólogo Christopher D. Anderson, autor del estudio.

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La médica Tamara Kimball, investigadora principal, agregó que mejorar la alimentación, dormir mejor, reducir el consumo de alcohol y realizar ejercicio físico son acciones concretas que ayudan a revertir los efectos del estrés sobre el cerebro. “Nunca es tarde para empezar a cuidarlo”, aseguró.

Gabriel Ércoli, médico genetista y director médico de Gempre, Genómica y Medicina Preventiva de Precisión, destacó que este estudio permite entender mejor cómo influye el entorno en el deterioro mental asociado al envejecimiento. “Los telómeros son un indicador biológico. Si se acortan rápidamente, aumentan las probabilidades de sufrir enfermedades como la depresión. Pero lo importante es que esto no es irreversible: el estilo de vida puede modificar ese camino”, indicó.

Entre los factores que, según los expertos, pueden ayudar a proteger el cerebro del desgaste acelerado, se destacan:

  • Realizar actividad física de forma regular, especialmente ejercicios aeróbicos como caminar o andar en bicicleta.
  • Seguir una alimentación saludable basada en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y pescado, como la dieta mediterránea.
  • Dormir entre 7 y 8 horas por noche para permitir la recuperación y la limpieza del sistema nervioso.
  • Reducir el estrés crónico mediante técnicas de relajación, meditación, momentos de disfrute o vínculos sociales sólidos.
  • ·Evitar el tabaco y el consumo excesivo de alcohol, que afectan tanto a los telómeros como al sistema nervioso.
  • Mantenerse mentalmente activo con lectura, juegos de memoria, conversación o aprendizaje constante.

“Esta investigación refuerza la idea de que no hay salud mental sin salud física, y viceversa. El cerebro envejece, pero nosotros podemos decidir cómo lo hace”, concluyó Ércoli.

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