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Después de 20 años, el padre Cámpora deja la capellanía policial en San Juan
Después de más de dos décadas de servicio, el padre Rómulo Cámpora concluyó su misión como capellán de la Policía de San Juan.
Después de más de dos décadas, el padre Rómulo Cámpora se despide de su rol como capellán de la Policía de San Juan. Con emoción y gratitud, el sacerdote hizo un repaso de su tarea pastoral en la fuerza, destacando los aprendizajes, los desafíos y el vínculo humano que construyó durante este tiempo.
“Alrededor de casi más de 20 años hemos estado al servicio de esta fuerza, de esta comunidad de servicio a la provincia, donde he aprendido muchísimo”, expresó. A lo largo de estos años, acompañó a los agentes en distintos departamentos de San Juan y sostuvo que uno de los aspectos más valiosos fue haber podido “compartir momentos muy difíciles” con los efectivos y sus familias.
El sacerdote también remarcó que su labor no se limitó al acompañamiento espiritual, sino que incluyó acciones de carácter social. “El trabajo social que hemos realizado junto a ellos ha sido para mí un aprendizaje de amor, de servicio y también de riesgo”, señaló. En ese sentido, agradeció haber podido estar presente no solo en la capital, sino también en zonas alejadas, donde desarrolló una tarea “silenciosa”, como él mismo la definió.
Consultado sobre qué deja y qué se lleva tras este cierre de etapa, Cámpora sostuvo: “Lo que dejo lo dirán los que me han acompañado. Dejo el corazón, porque desde que ellos han iniciado su camino en la escuela de policía, les he alentado, les he acompañado”. Al mismo tiempo, explicó que guarda “confidencias, logros espirituales y humanos” que marcaron su misión dentro de la institución.
El sacerdote subrayó la importancia de haber contenido a los efectivos en circunstancias complejas, afirmando: “Para mí la satisfacción es esa, haber podido estar con un corazón de padre, si se quiere, porque he tenido que contener a lo largo de estos años muchas circunstancias difíciles dentro de la fuerza, en la provincia”.
Finalmente, reflexionó sobre el costado humano de los policías, un aspecto que considera muchas veces invisibilizado. “He aprendido la parte humana de la policía que muchas veces nosotros no sabemos valorar: el trato hacia los detenidos, el trato hacia la gente vulnerable”, dijo. Y recordó experiencias en distintas localidades como Villa Mercedes, Rodeo, Jáchal y Los Berros, donde presenció cómo los agentes actuaron “con profesionalidad, pero también con espíritu de respeto” frente a situaciones sociales muy duras.
“Yo agradezco a Dios que me haya podido dar esa sabiduría, ese entendimiento para prestar un servicio atento a lo que la circunstancia me haya querido”, concluyó el sacerdote, cerrando así un ciclo de más de 20 años de acompañamiento espiritual y humano dentro de la Policía de San Juan.