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El día que el Mono Navarro Montoya ocupó el lugar del Loco Gatti en el arco de Boca
Carlos Navarro Montoya rompió el silencio tras la muerte del Loco Gatti y recordó el momento en el que tuvo que reemplazarlo en el arco de Boca. Un testimonio cargado de emoción y respeto hacia su gran ídolo.
POR REDACCIÓN
El fallecimiento de Hugo Orlando Gatti conmovió al mundo Boca. Y entre tantos homenajes, el del Mono Navarro Montoya fue uno de los más emotivos. No solo porque compartieron equipo, sino porque fue justamente él quien reemplazó al Loco en el arco Xeneize y marcó el fin de una era inolvidable.
"Fue la luz que alumbró mi niñez, yo quería ser como el Loco Gatti. Tengo fotos jugando en Vélez con la vincha porque soñaba con ser Hugo", confesó Navarro Montoya cuando compartió su dolor y admiración por quien fue su referente desde chico.
"Fue alguien que motorizó mis sueños, que los estimuló", agregó conmovido.
Su debut se dio en septiembre de 1988, nada menos que en un Superclásico frente a River, y se produjo en el contexto de una situación especial: Gatti arrastraba una molestia en el hombro y eso abrió la puerta para que el joven arquero se ganara su lugar. "Me tocó competir con Hugo, llegué y comenzamos la pretemporada. En esos partidos jugaba yo porque él tenía un problema en el hombro. Pero el campeonato lo comenzó él y no le fue bien, entonces el Pato Pastoriza tomó la decisión de sacarlo y ponerme a mí".
Navarro Montoya también reveló que fue el propio Gatti quien recomendó su llegada a Boca ante la dirigencia de aquel entonces: "A pesar de que él era de pocas palabras y al principio fue duro conmigo, fue él quien les recomendó a Antonio Alegre y a Carlos Heller que me llevaran porque visualizaba que podía reemplazarlo".
La presión de reemplazar a una leyenda no lo abrumó. Todo lo contrario. "No me sentí incómodo, al contrario, tenía una alegría inmensa. Yo no iba a hacer olvidar a Gatti porque era único e irremplazable. Mi tarea era tratar de hacer bien las cosas y que no se volviera a hablar de que él tenía que volver".
El vínculo entre ambos, si bien tuvo momentos de tensión, siempre estuvo atravesado por la admiración del Mono hacia su ídolo. "Hizo declaraciones fuertes que me dolieron porque era mi ídolo", reconoció. "Pero eso me sirvió para no desenfocarme. Yo lo admiraba pero el enojo se me pasaba porque lo admiraba. Me encantaba entrenarme con él".
Con el tiempo, la relación se transformó. "Con el tiempo él se acercó a mí, porque yo nunca me alejé de él, los ídolos son para toda la vida. Hace poco tiempo lo vi y lo abracé. Volví a sentir lo que sentí siempre", relató emocionado.
Para cerrar, el Mono recordó una de esas frases inolvidables que definían la personalidad del Loco: "El Loco decía que él era el mejor, siempre. Me llenaba de elogios y hablaba bien de mí, pero decía: 'Mirá, Monito, que yo soy el mejor, yo soy el número uno'. Y tenía razón. No tengo prurito en decir que lo copié".
Y concluyó con una anécdota que resume el legado de Gatti: "Un día me dijo: 'Monito, los golpes quitan años. No se necesita volar ni hacer cosas raras'. Él jugó hasta los 44 y yo hasta los 43".