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Esmaltado semipermanente: el Conicet alerta sobre daños en la piel
Un estudio del Conicet revela que la radiación de las lámparas de secado de esmalte puede alterar moléculas de la piel, generando posibles daños a largo plazo.
POR REDACCIÓN
Aunque los efectos nocivos de la radiación ultravioleta (UV) solar son bien conocidos, una fuente más reciente de exposición UV ha comenzado a preocupar al ámbito científico: las lámparas utilizadas en manicuras semipermanentes. Esta inquietud tomó forma hace unos cuatro años, cuando María Laura Dántola, investigadora del Conicet en el Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (Inifta, Conicet-UNLP), notó un patrón común entre sus estudiantes: uñas impecablemente esmaltadas, semana tras semana.
Al indagar, descubrió que muchas de ellas utilizaban en sus hogares dispositivos LED accesibles y de venta libre que secan rápidamente el esmalte gracias a la emisión de radiación UV. Lo que inicialmente despertó su atención fue la intensidad de esta luz, pero el verdadero punto de inflexión llegó al conocer la frecuencia de uso: una vez por semana, a máxima potencia, para optimizar el proceso.
Los primeros modelos de estas lámparas usaban rayos UVA, y con el tiempo evolucionaron hacia LEDs que también emiten en esa región del espectro, la misma que alcanza naturalmente la superficie terrestre. Aunque las primeras versiones eran más agresivas, comprobamos que las actuales también generan alteraciones químicas en moléculas de la piel que no suelen ser consideradas ni mencionadas en sus instrucciones de uso, explica Mariana Serrano, también investigadora del Conicet en el Inifta y coautora del estudio.
Publicado en la revista Chemical Research in Toxicology, el trabajo expone cómo la exposición a estas lámparas genera cambios en moléculas esenciales del tejido cutáneo. Según detalla Serrano, el uso continuado y sin control de estos aparatos puede inducir modificaciones que comprometen funciones biológicas clave, como la defensa antioxidante o la síntesis de melanina.
El equipo de investigación se completa con Mariana Vignoni y Carlos Ardila Padilla, especialistas en fotoquímica, una rama de la química que estudia las interacciones entre la luz y las moléculas. Con base en su experiencia, diseñaron experimentos que simulan la exposición típica a una manicura: cuatro minutos bajo la lámpara. Los resultados fueron contundentes. Todos los compuestos analizados presentaron transformaciones químicas que afectan su función normal, explica Serrano.
Estos procesos, conocidos como fotosensibilizados, son los mismos que están detrás de afecciones como la fotoalergia, la fototoxicidad e incluso el cáncer de piel. Vignoni señala un caso emblemático: la enzima tirosinasa, clave en la producción de melanina, puede ver alterada su actividad tras la exposición, lo que deja a la piel sin su barrera natural frente a la radiación.
Las modificaciones observadas en las moléculas fueron comparables a las provocadas por la radiación solar en un día primaveral al mediodía en la ciudad de La Plata. Un dato revelador que llevó al equipo a reforzar su llamado de atención.
Aunque su investigación se encuadra dentro de la ciencia básica, el grupo espera que sus hallazgos sirvan de base para futuros estudios aplicados, enfocados directamente en los efectos sobre el tejido cutáneo. Nuestro objetivo es generar información precisa que sirva tanto a la comunidad científica como a la sociedad, explica Ardila Padilla.
Por último, el equipo subraya la importancia de que los fabricantes adviertan sobre los posibles riesgos asociados al uso frecuente de estos dispositivos. Proponen incluir recomendaciones como la aplicación de protector solar o el uso de guantes protectores. Las personas tienen derecho a decidir cómo usar estos productos, pero deberían poder hacerlo con toda la información disponible, concluyen.