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Fiebre del oro: tras superar los US$4.200, bancos globales proyectan nuevos récords en 2026
La onza troy acumula una suba superior a los US$2.000 desde comienzos de 2024. Bancos de inversión y analistas evalúan escenarios alcistas, moderados y bajistas para el próximo año.
POR REDACCIÓN
La fiebre del oro atraviesa uno de sus momentos más intensos de las últimas décadas. Tras varios años de estabilidad relativa, el metal precioso protagonizó desde abril un rally que lo llevó a superar los US$4.200 la onza, acumulando una suba superior a los US$2.000 desde comienzos de 2024 y consolidando un repunte histórico de cara a 2026.
El recorrido resulta contundente: al oro le tomó casi cinco años pasar de los US$1.000 a los US$2.000 en agosto de 2020, nivel en el que luego se mantuvo con oscilaciones. Sin embargo, el cambio de escenario macroeconómico global activó una fuerte demanda que impulsó al metal a nuevos máximos, captando nuevamente la atención de los grandes bancos de inversión de Wall Street, Europa y Asia, que coinciden en que la tendencia alcista aún no está agotada.
Entre los factores que explican este fenómeno se destacan una política monetaria más expansiva, con expectativas de recortes de tasas de interés, una debilidad persistente del dólar y un aumento de la aversión al riesgo en los mercados financieros. A esto se suma la compra sostenida de oro por parte de los bancos centrales, que aporta un soporte estructural al precio y refuerza su rol como activo refugio.
Desde el World Gold Council (WGC) advierten que el mercado se encamina hacia 2026 con distintos escenarios posibles, atravesados por la volatilidad, los cambios de política económica y los riesgos geopolíticos. En el escenario más alcista, una desaceleración global más profunda, mayores tensiones comerciales y conflictos regionales podrían empujar al oro a subas de entre el 15% y el 30%, impulsadas por una fuerte demanda de inversión, especialmente a través de los ETF respaldados en el metal.
Un escenario intermedio contempla una desaceleración moderada de la economía estadounidense, un mercado laboral más débil y recortes de tasas más agresivos por parte de la Reserva Federal. En ese contexto, el oro podría avanzar entre un 5% y un 15% en 2026, sostenido por tasas más bajas, un dólar debilitado y la continuidad de las compras estratégicas de bancos centrales y grandes inversores institucionales de Asia.
El escenario bajista, en cambio, se vincula a un mayor crecimiento global impulsado por políticas fiscales expansivas en Estados Unidos, con inflación más persistente y tasas de interés elevadas. Allí, el fortalecimiento del dólar y el aumento de los rendimientos podrían provocar una corrección de entre el 5% y el 20% en el precio del oro, junto con salidas de capital de los fondos ETF.
Aun así, los analistas subrayan que incluso en un contexto adverso, las compras oportunistas de largo plazo podrían amortiguar las caídas. De este modo, el oro se mantiene como una pieza central en las estrategias de diversificación, en un mundo marcado por la incertidumbre económica, financiera y geopolítica.