Este 17 de diciembre de 2025, el Papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril, cumpliría 89 años. Jorge Mario Bergoglio, nacido en Buenos Aires en 1936, hizo historia en marzo de 2013 al convertirse en el primer Sumo Pontífice originario de América, marcando un punto de inflexión en la Iglesia Católica moderna. Su muerte, a los 88 años, se produjo tras sufrir un accidente cerebrovascular que derivó en un coma y una insuficiencia cardíaca irreversible.
Una figura de estilo austero y cercanía con los pobres
Antes de su elección al solio pontificio, Bergoglio se desempeñó como cardenal y arzobispo de Buenos Aires, presidiendo la Conferencia Episcopal Argentina entre 2005 y 2011. Desde el inicio de su ministerio, se destacó por un estilo de vida austero y una atención pastoral centrada en los sectores más vulnerables, un sello que mantuvo y profundizó como Papa.
Un pontificado de reformas y debates contemporáneos
Su papado estuvo caracterizado por impulsar cambios significativos y abrir debates al interior y exterior de la Iglesia. Priorizó de forma constante la opción por los pobres, realizó enérgicos reclamos por la acción climática y calificó la pena de muerte como “inadmisible”. Asumió posturas pastorales que generaron amplia discusión, como su llamado a una mirada compasiva hacia las personas LGBTIQ+ —resumida en su histórica frase “¿Quién soy yo para juzgar?”— y la extensión de facultades a los sacerdotes para absolver el pecado del aborto.
Sin embargo, su gestión también afrontó críticas, particularmente en el manejo de la crisis de abusos sexuales dentro de la Iglesia. Tras un manejo inicial cuestionado en el caso de Chile, pidió perdón públicamente y ordenó investigaciones. Posteriormente, luego del escándalo del cardenal Theodore McCarrick, su administración suprimió el secreto pontificio en estos casos, en lo que se consideraron intentos de reforma institucional.
El deterioro de su salud y sus últimas voluntades
En sus últimas semanas, su salud se deterioró notablemente. En febrero de 2025 fue internado por una bronquitis que evolucionó a una infección respiratoria grave y una doble neumonía. Tras cinco semanas de hospitalización, fue dado de alta a fines de marzo, aunque los médicos informaron que había estado cerca de la muerte en dos oportunidades. Antes de fallecer, expresó su deseo de que sus oficios fúnebres fueran sencillos y solicitó ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, rompiendo así la tradición de que los papas reposen en la Ciudad del Vaticano.
El legado del Papa Francisco es vasto y multifacético. Canonizó a más de 925 santos, impulsó la diplomacia internacional y presionó activamente por acuerdos ambientales globales. Su pontificado transformó la imagen pública del papalado, acercando la institución a debates sociales urgentes bajo su filosofía de una “Iglesia magullada, herida y sucia por haber salido a la calle”. Tras su funeral, previsto para el 26 de abril, se abrió un período de duelo global y se inició el proceso para la elección de su sucesor, quien deberá guiar a una Iglesia marcada por las reformas y las contradicciones de su histórico pontificado latinoamericano.