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Más de 300 heridos en brutales incidentes entre Independiente y U. de Chile
Una crónica detallada de los violentos episodios que obligaron a suspender el partido, dejaron decenas de heridos y más de 300 detenidos, en una nueva jornada negra para el fútbol continental.
POR REDACCIÓN
El encuentro de vuelta de los octavos de final de la Copa Sudamericana entre Independiente y Universidad de Chile, disputado el 20 de agosto de 2025 en el Estadio Libertadores de América, quedó opacado por una serie de eventos violentos que transformaron la cancha en un escenario de caos y brutalidad. Lo que debía ser una noche de definición deportiva se convirtió en una de las jornadas más oscuras de la historia del fútbol sudamericano, con un saldo de heridos graves y cientos de detenidos.
Los incidentes comenzaron a gestarse cuando simpatizantes del club chileno sustrajeron una bandera de la parcialidad local. Este acto fue el detonante de las primeras agresiones. Los hinchas de Independiente, ubicados en el sector inferior al visitante, se encontraron expuestos ante la falta de barreras físicas y la inicial inacción de las fuerzas de seguridad.
A través del sistema de sonido del estadio, se ordenó en múltiples ocasiones a la hinchada visitante que abandonara la tribuna, advirtiendo sobre posibles sanciones. Sin embargo, lejos de acatar la instrucción, un grupo de seguidores chilenos intensificó sus acciones violentas. Comenzaron a arrojar una variedad de objetos contundentes y peligrosos, incluyendo piedras, palos, bombas de estruendo e incluso elementos insólitos como un inodoro, los cuales impactaron contra los simpatizantes locales que intentaban huir del sector.
El partido, que hasta ese momento se desarrollaba con normalidad, fue interrumpido a los dos minutos del segundo tiempo. Las autoridades del encuentro anunciaron que el juego se reanudaría una vez que la barra visitante abandonara el estadio de manera voluntaria. Según se supo, un contingente de 650 efectivos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires permaneció sin intervenir en el lugar, actuando bajo directrices de la Conmebol que priorizaban no escalar la confrontación.
Ante la continuidad de los ataques y la demora en la respuesta, sectores de la platea local comenzaron a increpar a su propia barra brava, exigiendo una reacción. Fue en ese momento que la situación escaló hacia su punto más crítico. Un grupo de simpatizantes de Independiente irrumpió en la tribuna visitante. Se produjo entonces una brutal paliza contra los pocos hinchas chilenos que aún permanecían allí. Los reportes indican que varias personas fueron apuñaladas y que una de ellas, acorralada, cayó al vacío desde lo alto de la tribuna.
Solo entonces las fuerzas de seguridad ingresaron masivamente a las gradas para intentar controlar la situación. El partido fue suspendido definitivamente. El operativo de seguridad culminó con fuertes enfrentamientos en los alrededores del estadio, resultando en más de trescientas personas detenidas. Fuentes oficiales reportaron inicialmente al menos diez heridos, aunque fuentes extraoficiales señalaron que varios de ellos se encontraban en estado grave.
La definición deportiva de la serie quedó supeditada a la resolución que emitan los tribunales de la Conmebol, relegando el aspecto futbolístico a un plano secundario frente a la gravedad de los hechos ocurridos. La noche cerró como un nuevo capítulo de vergüenza y violencia para el fútbol de la región.