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Cómo es la prisión domiciliaria de Lázaro Báez en El Calafate
A casi un año de haber iniciado su prisión domiciliaria en El Calafate, Lázaro Báez continúa su rutina vigilada por una tobillera electrónica. Mientras tanto, el fiscal Abel Córdoba reclama que vuelva a una cárcel común para cumplir el resto de su condena en la causa de “la ruta del dinero K”.
POR REDACCIÓN
Lázaro Báez transcurre sus días en una vivienda de dos plantas ubicada frente al Lago Argentino, en El Calafate, bajo estricta vigilancia: rejas perimetrales, caseta de seguridad y una tobillera electrónica que monitorea permanentemente sus movimientos. La rutina del empresario santacruceño es discreta: recibe pocas visitas y, según testigos, es común verlo en el jardín o atendiendo entregas en la puerta de la casa.
Su situación se complicó luego de que la Corte Suprema dejó firme la condena por lavado de dinero en la causa de “la ruta del dinero K”. El fiscal general Abel Córdoba solicitó que Báez regrese a una unidad del Servicio Penitenciario Federal para cumplir lo que resta de su pena. El pedido se sustenta en un cómputo oficial que revela que le restarían seis años, seis meses y 22 días por cumplir.
En respuesta, la defensa, liderada por Juan Villanueva, argumenta que Báez ya acumuló nueve años y dos meses de detención, incluyendo prisiones preventivas y domiciliarias, por lo que no debería ser trasladado a una cárcel común. El Tribunal Oral Federal N°4 —a cargo de los jueces Costabel, Palliotti y López Iñíguez— solicitó esos argumentos a la defensa y deberá emitir un fallo esta semana sobre su situación .
Mientras tanto, las condiciones de su arresto domiciliario siguen sin cambios. Báez permanece en esa casona moderna, con vista al lago, reducido a una existencia vigilada pero cómoda. El desenlace de esta definición judicial será clave para saber si completará el resto de su condena en prisión común o continuará bajo arresto en Santa Cruz.