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La nueva vida de Sultán, el perro del hombre que murió de frío por no dejarlo solo
Era el mejor amigo de Juan, quien vivía en las calles de Mendoza y enfermó cuando llegó el frío. Cuando lo internaron, solo pedía que le cuidaran al perro.
POR REDACCIÓN
Juan Carlos Leiva murió el 4 de junio. Fue tras varios años de vivir en situación de calle y que este invierno, el frío lo llevara a una situación muy crítica de salud. Pero pese a todas la carencias, Juan tenía algo que para él poseía más valor que cualquier otra cosa y por lo que puso en juego incluso su propia vida: Sultán, su perro fiel, el que lo acompañó las largas jornadas en las calles del microcentro de Mendoza y las heladas de los crudos inviernos.
Quienes lo conocían cuentan que nunca se separaba de él, que estiman que hacía unos 7 años que estaba entre las alrededor de 520 personas en situación de calle en Mendoza, esas que van en aumento por la crítica situación socioeconómica.
Incluso, pese a las bajas temperaturas, también se negaba a ir a un refugio por no dejarlo. Es que le decía a los conocidos que allí no lo dejaban estar con el perro o le pagaban. Así fue que aquellos días Juan pasó noches muy duras, con muy poco abrigo, incluso sin medias, según los relatos de los vecinos de la zona de calle Perú, Rivadavia y Belgrano de la Ciudad.
Pero María del Carmen, una señora que trabaja en el edificio donde se cobijaba y lo conocía, se comprometió a cuidar al perro para que fuera al hospital cuando el 28 de mayo por la mañana temprano lo vio muy mal, con mucha dificultad para respirar.
‘Que Dios me lo bendiga’, le dijo María cuando lo dejó en una silla del hospital Central, donde le dijeron que debía ingresar solo. “Cuideme el perro”, fue lo último que le escuchó decir María al alejarse.
Juan finalmente murió tras varios días en terapia intensiva. Y María cumplió su promesa.
Después de algunos días en la casa de la mujer, junto a otros vecinos que lo ayudaban, comenzaron a buscarle familia. Hay un kiosco en Belgrano y Rivadavia donde Juan comparaba algunas cosas que necesitaba. Los propietarios, una chica y su novio, que prefieren resguardar su identidad, contaron que lo conocían hace unos tres años pero fueron más cercanos hace un año. También conocían a Sultán.
“Lo conocíamos de la calle, él se sentaba frente a un restaurante que está cerrado al lado del quiosco, en un banquito, pasaba ahí el día, hace dos años que estaba ahí sentado, iba y venía”, relató la chica.
Es que según contó María, parte del problema es que de la puerta del edificio lo echaban al llegar el día. Dicen que hay mucha gente que lo ayudaba, pero otra se quejaba por su presencia.
La joven dijo que Mauricio y Antonio, son los dos vecinos que más lo ayudaban. “Juan pagaba todo, nunca debía y sacaba bastantes cosas; Mauricio y Antonio a veces le ayudaban a pagar las cuentas”, relató.
Recordó que el año pasado Juan aceptó irse unos días a un refugio a cambio de que Mauricio le cuidara el perro, era la única ocasión en que se separaban. Además un tiempo Juan también tuvo a la hermana de Sultán: Thalía.
De la parte triste al final “algo” feliz
“Juan no hubiese dado nunca al perro”, asegura la chica. “Hubo gente que le decía que se lo quería llevar para darle hogar pero él no quería, una señora de la zona le había puesto todas las vacunas, Sultán tenía su carnet, su chalequito, su collar, su comida, lo cuidaba con lo que tenía y lo tenía muy bien”, contó.
Y agregó: “Yo no sentía que el perro tuviera que estar en otro lado, tenía que estar con Juan, los perros viven la vida de la persona que tienen, no quería otra vida”.
Finalmente, los chicos dueños del kiosco decidieron adoptar a Sultán. Fue idea de él, ella justo esa semana había perdido a su perro. “Estamos buscando un lugar para irnos a vivir juntos pero todavía no encontramos uno donde acepten mascotas”, comentó la joven que hizo hincapié en ese problema del mercado. Dijo que no consigue o son muy caros.
Por eso, por ahora, Sultán se queda en casa de la mamá del chico, que lo cuida con mucho amor porque "adora los animales", y ellos lo visitan todas las noches cuando salen de trabajar.
“Se está adaptando, es muy cariñoso, la primera noche lloró, pero él estaba acostumbrado a pasar a veces días sin Juan entonces yo no sé si él lo espera, de todas formas, no está con gente que no conozca porque nos veía todos los días”, aseguró.
Thalía también tuvo suerte. “Al mejor amigo de mi novio se le murió la perra y le dijo a Juan si quería que la adoptara porque además era mucho para Juan hacerse cargo de los dos perros, le costó mucho dársela y siempre le pedía que la trajeran, ahora pensamos que se fue Juan y no pudo verla de nuevo”, dijo la chica.
Fuente: Diario Los Andes