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Trump y Lula acuerdan reunión tras llamada que marca deshielo en relaciones bilaterales
Después de meses de tensión, los presidentes de Estados Unidos y Brasil dialogaron sobre economía y comercio, con compromisos para encuentros en Brasil, Estados Unidos y la cumbre de la ONU sobre clima.
POR REDACCIÓN
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que se reunirá próximamente con su par brasileño Lula da Silva, luego de mantener una conversación telefónica de casi 30 minutos que significó un acercamiento tras una prolongada crisis diplomática y comercial entre ambos países.
Trump comentó en su red social Truth que durante la llamada “discutimos muchas cosas, pero principalmente nos enfocamos en la economía y el comercio”, destacando el tono positivo del diálogo, el primero desde su regreso a la Casa Blanca.
Desde Brasilia, el Palacio del Planalto informó que Lula solicitó a Estados Unidos eliminar los aranceles punitivos aplicados desde el 6 de agosto, que gravan con un 50% las exportaciones brasileñas hacia el mercado norteamericano, así como levantar las “medidas restrictivas contra autoridades brasileñas”. La llamada, descrita como amistosa, fue realizada desde la Casa Blanca.
Este incremento arancelario afecta a aproximadamente el 36% de las exportaciones brasileñas a Estados Unidos, incluyendo productos estratégicos como el café, la carne y el azúcar. La medida fue tomada en represalia a lo que Estados Unidos calificó como una “caza de brujas” contra el expresidente Jair Bolsonaro, aliado cercano de Trump.
El encuentro telefónico fue acordado durante el fin de semana por los asesores de ambos mandatarios, luego de un primer acercamiento en la Asamblea General de la ONU en Nueva York, hace dos semanas.
Brasil y Estados Unidos confirmaron que Lula y Trump acordaron reunirse “en breve”. La presidencia brasileña sugirió que el encuentro podría tener lugar al margen de la cumbre de la ASEAN en Malasia este mes, y el mandatario brasileño manifestó estar “dispuesto a viajar a Estados Unidos” para concretar la reunión.
Además, Lula reiteró su invitación a Trump para asistir a la COP30, la conferencia climática de la ONU que se realizará en noviembre en Belém, en la Amazonia brasileña.
El comunicado oficial indicó que “los dos presidentes intercambiaron teléfonos para establecer una vía de comunicación directa”. Participaron de la llamada el canciller Mauro Vieira, el ministro de Finanzas Fernando Haddad y el vicepresidente Geraldo Alckmin, mientras que Trump delegó al secretario de Estado Marco Rubio el seguimiento de las negociaciones con estos funcionarios.
El Palacio del Planalto destacó que Lula describió este contacto como una oportunidad para restaurar las relaciones amistosas que mantienen ambas naciones desde hace 201 años, recordando además que Brasil es uno de los tres países del G20 con los que Estados Unidos mantiene superávit en la balanza comercial.
En relación a las sanciones impuestas, incluyendo la cancelación de visas y la inclusión del ministro Alexandre de Moraes y su esposa en la lista bajo la Ley Magnitsky, el gobierno brasileño aclaró que Moraes no fue mencionado directamente en la conversación, pero la referencia a las medidas restrictivas abarcó a las autoridades afectadas.
El vicepresidente brasileño calificó la reunión como “extremadamente positiva” y anticipó que propiciará “próximos pasos importantes”. Por su parte, Fernando Haddad valoró la llamada desde una perspectiva económica.
Previo al diálogo, Lula había expresado optimismo sobre la resolución de la crisis bilateral: “Cuando nos reunamos, creo que todo se resolverá, y que Brasil y Estados Unidos volverán a vivir en armonía”, afirmó en una rueda de prensa en la ONU.
Por su parte, Trump había justificado los aranceles señalando que Brasil había interferido en “los derechos y libertades de nuestros ciudadanos estadounidenses y de otros, mediante censura, represión, armamento, corrupción judicial y persecución de críticos políticos en Estados Unidos”.
La Casa Blanca argumentó que las acciones del gobierno brasileño representan una “amenaza inusual y extraordinaria” para la economía, la seguridad nacional y la política exterior estadounidense, cuestionando los procesos judiciales contra Bolsonaro, a quien consideran víctima de persecución política.
El mes pasado, la Corte Suprema de Brasil condenó a Bolsonaro a 27 años de prisión por intento de golpe de Estado, en un fallo que no ha impedido la voluntad de diálogo entre los dos gobiernos.