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La fuga de María Corina Machado: lancha, Curazao y apoyo aéreo
La inesperada salida de María Corina Machado desató un fuerte impacto político en la región. Entre versiones cruzadas y un férreo hermetismo, se conocieron detalles del operativo que le habría permitido dejar Venezuela.
POR REDACCIÓN
La salida de María Corina Machado de Venezuela volvió a sacudir el escenario político regional y abrió una serie de interrogantes sobre cómo logró abandonar el país tras meses en la clandestinidad. La líder opositora no llegó a tiempo a la ceremonia del Premio Nobel de la Paz en Oslo, alimentando el misterio mientras comenzaban a conocerse las primeras reconstrucciones del operativo que la habría llevado fuera del territorio venezolano.
Según fuentes consultadas por analistas y opositores, Machado habría iniciado su escape el martes desde la región de Falcón, desplazándose en una lancha hacia la isla de Curazao, un territorio del Reino de los Países Bajos que funciona como vía frecuente de salida para perseguidos políticos por su cercanía. El trayecto dura aproximadamente una hora y habría requerido una coordinación de alto nivel para evitar los controles del régimen venezolano.
Aún persisten dudas sobre su ubicación antes del escape. El analista Gonzalo Bañez detalló en Paraíso Fiscal que nunca se confirmó su paradero exacto durante los meses previos. “Se presume que estaba en Caracas, posiblemente en la embajada de Estados Unidos, aunque también se baraja que se encontraba oculta en otra región del país”, señaló. Explicó además que su traslado interno habría sido posible solo con cierto grado de tolerancia de las fuerzas de seguridad, debido a la fuerte presencia de retenes en las rutas que conectan la capital con Falcón.
El día de la fuga también estuvo marcado por movimientos militares inusuales. Bañez indicó que “por primera vez se había violado el espacio aéreo con dos aviones militares F-18”, utilizados para monitorear sistemas de radar. De acuerdo con su versión, esa maniobra coincidió con el cruce marítimo de Machado hacia Curazao, mientras un helicóptero del Reino de los Países Bajos supervisaba el espacio aéreo de las islas caribeñas, lo que habría brindado cobertura adicional a la operación.
Ya en Curazao, la dirigente habría abordado un avión privado que la trasladó primero a Estados Unidos y, posteriormente, a Noruega, donde finalmente reapareció ante sus compatriotas y ante la prensa internacional. Su fuga, articulada en varias etapas y envuelta en un fuerte hermetismo, se perfila como uno de los movimientos más elaborados y sorprendentes registrados en la política latinoamericana reciente.