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El Pity Álvarez regresó a los escenarios en Córdoba con un recital sin incidentes
El cantante ofreció un show en el Estadio Mario Alberto Kempes ante 35 mil personas, marcando un regreso controlado y emotivo que reavivó su legado musical y abrió un debate sobre la reinserción social.
POR REDACCIÓN
En una noche que nadie esperaba tan ordenada, 35 mil personas se reunieron en el Estadio Mario Alberto Kempes de Córdoba para presenciar el regreso de Pity Álvarez a los escenarios. El cantante, conocido por su talento y también por su historia marcada por excesos y tragedias, ofreció un recital preciso y sin incidentes, donde el rock y la emoción fueron protagonistas.
Durante una hora y media, Pity mantuvo una actitud concentrada, respetando el guion del show sin improvisaciones. Vestido con un pantalón de rayas negras y blancas que evocaba un símbolo presidiario, el artista lanzó una frase que sintetizó su presente: “Si Dios nos hizo a su imagen y semejanza significa que todos somos Dios...entonces ¿Quién me puede juzgar a mí? Solo el universo me puede juzgar”, expresó con una mezcla de osadía y autocompasión.
Este momento marcó un punto de inflexión en el concierto, que buscó dejar atrás la etapa más oscura de su vida, incluyendo el asesinato cometido en 2018, que lo llevó a un proceso judicial que aún está suspendido por su situación psiquiátrica. Su música, llena de éxitos, pareció liberarse de aquella historia violenta para reconectar con una etapa más luminosa.
Un integrante de su equipo reveló detalles del ambiente del show: “Está contento, está feliz. Compró seis kilos de purpurina y le tiró a todo su equipo para que brillaran literalmente”. Pity mostró gratitud constante hacia su equipo, reconociendo que sin ese apoyo su retorno no habría sido posible.
El público, compuesto por varias generaciones, algunos con remeras de sus primeras bandas como Intoxicados y Viejas Locas, vivió la experiencia como un viaje al pasado. Vanesa Suárez, una fan que viajó desde Mendoza con su familia, contó: “Al fin llegó el día, llevo años esperando este momento. Pensé que no iba a poder hacer un show así nunca más”.
El repertorio incluyó clásicos como “Intoxicado”, “Me gustas mucho”, “Volver a casa”, “Mirta” y “Está saliendo el sol”, que encendieron la emoción y energía del público. También hubo instantes conmovedores, como cuando interpretó “Nunca quise”, que desató lágrimas entre los asistentes, y “Homero”, dedicada a su padre fallecido en 1997, que reflejó un vínculo profundo y nostálgico.
En cuanto a su vida personal, Pity fue reservado y evitó referirse directamente a sus años recientes, que incluyeron estadías en la cárcel, clínicas de rehabilitación y tratamientos psiquiátricos por sus adicciones, que fueron el origen de sus problemas legales. Además del homicidio, enfrenta una causa por abuso sexual, aunque su inimputabilidad provisoria por razones de salud mental mantiene suspendidos los juicios.
Este regreso no solo es un hecho musical sino también social, ya que pone en debate la posibilidad de reinserción y redención. La ausencia de condena social tras el crimen y la continuación de su carrera ilustran un fenómeno complejo que genera distintas opiniones. Fuentes judiciales aclararon que “No es que el juicio se borró de un plumazo. El debate está suspendido, pero no anulado”.
En su proceso de recuperación, Pity ha contado con el acompañamiento del Padre César, conocido como el cura rockero, quien destacó su amistad y la profundidad humana del cantante: “Cristian es un ser humano muy bello, muy buena persona. Es un hombre muy profundo con una interioridad muy rica, es un lujo compartir esa gran amistad con él”.
Desde sus inicios con Viejas Locas, pasando por la creación de una subcultura en los 90, el rock siempre fue un refugio para Pity Álvarez, un cable a tierra que ahora vuelve a sostenerlo en esta nueva etapa de su vida y carrera.