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El loteo que colapsa cada vez que llueve: la deuda de Rivadavia con sus vecinos
Vecinos de Rivadavia viven entre aguas servidas y promesas incumplidas: el colapso crónico de un barrio olvidado por la gestión municipal.
POR REDACCIÓN
En el Loteo La Jarilla, ubicado en el departamento de Rivadavia, la convivencia vecinal se ve sistemáticamente alterada por una problemática crónica que se repite con cada lluvia: calles transformadas en insalubres lagunas de agua anegada. La situación, que se extiende por un prolongado período, evidencia una marcada deficiencia en la gestión municipal, a cargo de Sergio Miodowsky, para brindar soluciones definitivas a los residentes de la zona.ç
El ingreso al barrio, precisamente en la intersección de prolongación Dominguito y Paula Albarracín de Sarmiento, se convierte en el epicentro del problema. Tras las lluvias, el agua se acumula de manera alarmante, imposibilitando el tránsito de personas y vehículos. Los vecinos relatan la gravedad de la situación. Una residente, Claudia, explicó el origen del conflicto: "Tenemos el problema del asfalto, que no tuvimos suerte de que vinieran y lo hicieran cuando lo estaban haciendo no hace mucho. Supuestamente de nación no mandan los fondos necesarios". Esta falta de infraestructura básica es el caldo de cultivo para la inundación.
Sin embargo, la anegación no se limita al agua de lluvia. El colapso del sistema de cloacas agrava exponencialmente la emergencia, mezclando el agua pluvial con servida. Claudia detalló: "Acá se acumula el agua de la lluvia y también agua servida… pensamos que ya estaba arreglado el tema de las cloacas pero obviamente no porque hace una semana se colapsaron y estuvimos una semana ahí con esa mugre en la esquina". Esta combinación genera un foco de insalubridad de alto riesgo para la comunidad. "Es peligroso, digo, cuando está el agua de las cloacas, digo, porque es un poco infeccioso. Aparte del olor y todo eso, no se puede aguantar, es horrible", añadió.
Frente a esta crisis, la respuesta del municipio de Rivadavia fue calificada por los vecinos como insuficiente y tardía. Los reclamos fueron presentados en numerosas oportunidades sin obtener una solución de fondo. "Muchísimas veces, muchísimas veces, no hay respuesta", afirmó la vecina. Incluso las promesas de acciones paliativas han quedado incumplidas: "Dijeron que iban a venir por lo menos a pasar máquina, a dar nivel a la calle para que el nivel coja el agua, y no, ni así". La medida más recurrente parece ser la limpieza temporal una vez que el daño está hecho. "Vinieron, vieron, ayer vino un camión a chupar el agua. Y bueno, en la noche mermó un poco, pero ni así está todavía", comentó.
La problemática trasciende la incomodidad y se instala en la inseguridad y el aislamiento. Federico, otro residente, corroboró la cronicidad del asunto: "Siempre, siempre. Para ingresar es difícil. Para salir. Y para los que van caminando igual, es difícil. Más cuando llueve se complica más la situación". La angustia vecinal se proyecta hacia el futuro, especialmente con la llegada del verano, época en la que el calor intensificaría los malos olores y los riesgos sanitarios.