Publicidad
Publicidad

La Expedición Atlantis: la travesía argentina que cruzó el Atlántico en balsa en 1984

Cinco argentinos recorrieron casi 6.000 km en una balsa de troncos sin timón ni motor, demostrando que navegantes africanos pudieron llegar a América 35 siglos antes que Colón. Una proeza única que permanece imbatida.

POR REDACCIÓN

Hace 6 horas
La proeza de la Expedición Atlantis: 52 días en el océano en una balsa de troncos. FOTO: Gentileza

 En 1984, cuando el mundo seguía los avances tecnológicos de la era espacial, cinco argentinos embarcaron en una aventura que parecía anclada en el pasado más remoto. Su misión: cruzar el Océano Atlántico en una balsa de troncos idéntica a las que pudieron usar los navegantes africanos hace 3500 años. El 12 de julio de ese año, tras 52 días de travesía, la Expedición Atlantis demostró al mundo que era posible.

La idea nació de Alfredo Barragán, un abogado de Dolores, Buenos Aires, con espíritu de explorador. Inspirado por las cabezas olmecas de México —con rasgos africanos y datadas en 1500 a.C.— y por la teoría de que las corrientes marinas pudieron arrastrar balsas africanas hasta América, Barragán dedicó cuatro años a estudiar vientos y mareas antes de plantear el desafío.

Publicidad

Una balsa prehistórica para una travesía moderna

La preparación fue una aventura en sí misma. En 1983, Barragán y dos compañeros viajaron a la selva de Ecuador, donde durante 42 días buscaron y cortaron troncos de balsa "tipo hembra", los mismos que crecían en África hace milenios. Trajeron 20 troncos de 18 metros y 6000 metros de cuerda vegetal.

La balsa resultante, bautizada Atlantis, era una réplica exacta de las embarcaciones antiguas: 13.6 metros de eslora, construida con nueve troncos de balsa, cuatro de mangle y cañas de bambú, todo unido con cuerdas vegetales sin un solo clavo metálico. No tenía timón, quilla ni motor —iba completamente a la deriva— y su única ayuda era una vela donada por la Fragata Libertad.

Publicidad

Los cinco soñadores

Junto a Barragán como capitán, completaban la tripulación:

  •     Jorge Iriberri: segundo al mando
  •     Oscar Giaccaglia: responsable de la cocina
  •     Félix "Chango" Arrieta: camarógrafo de ATC
  •     Daniel Sánchez Magariños: navegante, usando sextante y cartas náuticas

La tripulación que logró la hazaña. FOTO: Gentileza

Rechazaron patrocinadores y financiaron todo con sus recursos. Como medidas de seguridad, se extrajeron el apéndice y revisaron su dentadura antes de partir. La balsa arrastraba dos cuerdas de 70 metros para que quien cayera al mar pudiera aferrarse, con la estricta regla de que nadie saltaría al rescate.

52 días de desafíos extremos

El 22 de mayo de 1984, la Atlantis partió de Santa Cruz de Tenerife, España. Pronto enfrentaron su primera tormenta, con olas de 8 metros que probaron la resistencia de la frágil embarcación. A los tres días de viaje, Arrieta reveló una preocupante verdad: no sabía nadar, por lo que durante sus guardias debía atarse al mástil.

Publicidad

El olvido del protector solar los llevó a un improvisado solución: usaron grasa de salamín para protegerse del sol abrasador. "Olíamos como chanchos, pero zafamos", recordaría después Barragán entre risas.

La navegación era particularmente desafiante. Sánchez Magariños determinaba su posición con sextante, pero la incertidumbre era constante. "Nunca supimos nuestro verdadero rumbo; lo intuíamos y nos guiábamos por las estrellas", confesó el capitán.

El triunfo del espíritu humano

El momento culminante llegó al día 49, cuando establecieron contacto radial con un barco: "¿Son la balsa que zarpó de Tenerife?". La respuesta los hizo estallar en alegría: estaban a solo 18 km de la isla Los Testigos, Venezuela.

El 12 de julio de 1984, después de recorrer 5930 km a una velocidad promedio de solo 2.5 km/h, la Atlantis arribó al puerto de La Guaira, Venezuela, donde miles de personas y una flota de barcos que hacían sonar sus sirenas les dieron la bienvenida.

Barragán había demostrado su teoría: siguiendo las corrientes Canarias y Norecuatorial, su balsa había llegado a América con solo 46 km de desvío respecto a su planificación original.

Un legado que perdura

La hazaña conmovió al mundo. El documental de la expedición, estrenado en 1985, se tradujo a seis idiomas y se convirtió en el filme argentino más visto de la historia, recibiendo premios internacionales incluyendo uno de la Academia de Hollywood.

El monumento ubicado en Mar del Plata. FOTO: Gentileza

Hoy, la balsa original se exhibe en Dolores, y un monumento en Mar del Plata recuerda la proeza con la frase inmortal de Barragán: "Que el hombre sepa que el hombre puede".

Publicidad
Publicidad
Más Leídas
Publicidad
Publicidad