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La herida ambiental en la Pampa del Leoncito podría tardar décadas en sanar
Experto del Conicet advirtió que el daño causado por 16 UTV en la Pampa del Leoncito podría tardar décadas en revertirse.
Tras la difusión de las imágenes que mostraron las huellas profundas dejadas por los UTV en la Pampa del Leoncito, en Calingasta, se multiplicaron las expresiones de indignación y preocupación por el futuro de este frágil ecosistema. Mientras algunos minimizaron el daño señalando que “el viento o la próxima lluvia lo van a borrar”, el especialista Daniel Flores, licenciado en Biología, doctor en Ciencias Geológicas, investigador del Conicet y docente de la FCEFyN–UNSJ, desmintió esas afirmaciones: “No es tan así. Lo que se destruyó no se recupera fácilmente. Puede tardar décadas”.
La Pampa del Leoncito es una cuenca endorreica, una depresión sin salida donde el agua de las montañas se acumula y deposita sedimentos finos —arena, limo y arcilla— que forman un suelo plano y extremadamente delicado. Esta dinámica natural genera condiciones muy particulares: la vegetación crece solo en el perímetro y la parte central, compuesta por sedimentos lacustres, es casi estéril. Allí, cualquier alteración del suelo tiene efectos duraderos.
La primera capa: el corazón del equilibrio
Los vehículos UTV, diseñados para la velocidad y la tracción en terrenos difíciles, tienen cubiertas con tacos que al ingresar al área rompieron los primeros diez centímetros del suelo. Esa delgada capa es crucial: en ella se concentran los minerales, los nutrientes y, sobre todo, el banco de semillas.
“Al romperse esa capa, todo el material queda disponible y el viento lo arrastra, acelerando la erosión”, explicó Flores. En zonas áridas como la de Calingasta, esa erosión implica la pérdida irreparable de nutrientes y materia orgánica, lo que imposibilita que las plantas vuelvan a colonizar la superficie.
Pero el impacto no es solo físico. Biológicamente, la pérdida del banco de semillas representa una pérdida genética. “Las semillas que llegan desde los arbustos del pie de monte quedan enterradas y esperan condiciones óptimas para germinar. Si se pierden, también se pierde la genética de las especies, y eso no se recupera en poco tiempo”, advirtió el científico.
Décadas para la recuperación
La reparación del daño dependerá casi exclusivamente del régimen de lluvias estivales —entre diciembre y marzo— que transportan nuevos sedimentos hacia el centro de la pampa. Pero la tasa de sedimentación es muy lenta. “Lo que destruyeron en una o dos horas de paseo va a tardar décadas en volver a formarse”, precisó Flores.
El desequilibrio generado altera el funcionamiento natural del ecosistema: ahora se erosiona más de lo que se deposita, lo que agrava la pérdida de suelo y prolonga el proceso de recuperación. Según el investigador, la recomposición completa podría extenderse por varias décadas, y en algunos sectores el daño podría ser irreversible.
Un paisaje alterado y un riesgo ambiental latente
Además del impacto geológico y biológico, la Pampa del Leoncito sufrió una alteración estética que afecta su valor paisajístico y turístico. “El paisaje queda antropizado, modificado por la acción humana. Puede dejar de ser atractivo para el turismo, que es uno de los principales motores económicos de la zona”, señaló Flores.
A esto se suma un riesgo adicional: el posible derrame de hidrocarburos. “Estos vehículos funcionan con combustible y aceites. Si se derramó algo, ese suelo puede quedar inutilizado por cientos de años”, advirtió el investigador.
Falta de control en un área protegida
La falta de regulación y vigilancia en la Pampa del Leoncito, una zona protegida de alto valor ambiental y turístico, permitió que los 16 UTV ingresaran libremente, provocando un daño cuya reparación no podrá resolverse con medidas inmediatas ni simbólicas. Se trata de una herida ambiental que tardará años —tal vez décadas— en cicatrizar, y que deja en evidencia la urgencia de establecer políticas de conservación más estrictas en los ecosistemas frágiles de San Juan.