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Asesinato de Amable Jones: el 20 de noviembre que marcó la historia política de San Juan

A más de un siglo del ataque en La Rinconada, la muerte del gobernador Amable Jones sigue siendo una de las páginas más violentas de la historia política sanjuanina. Su asesinato, en medio de la disputa entre cantonistas y yrigoyenistas, marcó un antes y un después en la vida institucional de la provincia.

Hace 5 horas
El ataque ocurrido en 1921, tras la escalada de tensiones entre los Cantoni y el gobierno. FOTO: Gentileza

El 20 de noviembre de 1921, el gobernador de San Juan, Amable Jones, fue asesinado en un ataque armado ocurrido en La Rinconada, en el departamento de Pocito. Ese domingo, Jones viajaba en automóvil acompañado por un bodeguero amigo cuando un grupo comando detuvo el vehículo y abrió fuego. El ataque fue sorpresivo y brutal, y terminó con la muerte de ambos. La magnitud del operativo, que incluyó armas largas y explosivos, reveló que se trataba de una operación planificada con precisión. El crimen se convirtió de inmediato en uno de los hechos más conmocionantes de la historia política cuyana del siglo XX.

El cuerpo de Jones tras ser acribillado. FOTO: Gentileza

Pocas horas después del atentado comenzaron las detenciones. En un plazo de pocos días, todos los implicados estaban en la cárcel, incluido Federico Cantoni, líder del radicalismo intransigente, y su hermano Elio. La investigación estableció que el atentado había sido organizado desde el sector cantonista, aunque voceros bloquistas aseguraron que el plan original consistía en secuestrar al gobernador y trasladarlo a Chile para “destrabar la crisis provincial”, y no en matarlo. Sin embargo, el resultado fue categórico: el asesinato de Jones no sólo no resolvió la disputa interna, sino que agravó hasta niveles irreversibles el conflicto entre los seguidores de Cantoni y el yrigoyenismo.

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El crimen se produjo en un contexto político de extrema tensión. En octubre de 1921, semanas antes del atentado, Federico Cantoni había sido atacado por la policía de Jáchal. A partir de ese incidente, el dirigente radical pronunció en la plaza 25 de Mayo, frente a la Casa de Gobierno, un discurso que sería recordado como la antesala de la tragedia. Allí afirmó: «Al tirano Jones hay que sacarlo vivo o muerto de la Casa de Gobierno. Cada hombre debe tener listo un máuser y el que no lo tenga, un winchester, y al que le falte un winchester, una escopeta, y al que carezca de esto, un revólver, y el que no pueda tener arma de fuego debe buscar un palo, un azadón, una cortapluma o un zuncho. Pero hay que sacarlo vivo o muerto.» Estas palabras condensaron el clima de violencia y polarización que atravesaba a San Juan.

El estudio del cuerpo de Jones. FOTO: Gentileza

El asesinato de Jones se inscribió, además, en una larga tradición de magnicidios provinciales ocurridos en el territorio sanjuanino desde el siglo XIX. Su nombre se sumó a una lista trágica que incluía a Nazario Benavídez, José Antonio Virasoro, Antonino Aberastain, Valentín Videla y Agustín Gómez, cuyas muertes habían marcado la historia política local. Para muchos contemporáneos, aquella secuencia parecía renacer con nueva intensidad en la década de 1920.

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El origen de la disputa se remontaba a la decisión del presidente Hipólito Yrigoyen de intervenir la provincia en 1919, desplazar al conservadurismo y unificar a la fragmentada UCR local. Con ese fin impulsó la candidatura de Amable Jones, un psiquiatra respetado pero ajeno a la vida política, cuya neutralidad debía permitir la convivencia entre oficialistas e intransigentes. Sin embargo, el vínculo entre Jones y el partido se deterioró rápidamente. Sus decisiones, como la designación de jueces sin acuerdo legislativo y el cierre de la Legislatura para evitar un juicio político, profundizaron el rechazo del sector cantonista, que llegó a declararlo abiertamente como un “tirano”.

Las pintadas políticas tras el atentado. FOTO: Gentileza

La crisis institucional escaló cuando Yrigoyen se negó a ordenar una nueva intervención federal, lo que dejó espacio a la confrontación directa entre las facciones locales. La violencia verbal y física se volvió moneda corriente y terminó por cristalizarse en el atentado de La Rinconada. Desde la óptica cantonista, “librarse del tirano” se volvió una prioridad absoluta, una postura que, según reconstruye la historiografía, pareció empañar cualquier otra consideración política.

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La muerte de Jones, lejos de traer orden a la provincia, abrió un enfrentamiento todavía más profundo entre los seguidores de Cantoni y el radicalismo yrigoyenista. La reacción nacional fue inmediata: el crimen fue percibido como un desafío frontal a la autoridad presidencial. Sin embargo, el efecto político en San Juan tuvo un sentido opuesto. Desde la cárcel y convertido en una figura de resistencia para sus seguidores, Cantoni consolidó el nacimiento del bloquismo, un movimiento provincial que ganaría elecciones reiteradas a lo largo de la década y cuya influencia configuraría la identidad política de San Juan por décadas.

A más de un siglo del asesinato de Amable Jones, los hechos de 1921 continúan siendo un punto de inflexión en la historia provincial. La violencia política de aquella jornada, sumada a la profunda interna radical que la precedió, marcó un antes y un después en la relación entre poder, facciones partidarias y legitimidad institucional en la Argentina del período.

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